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Mostrando entradas de septiembre 13, 2015

Da la vida por todo lo que te la da.

Aquella mañana los padres de la más pequeña de la familia salieron a comprar su tarta de cumpleaños, y fue la abuela de la misma la que tuvo que quedarse sentada en la silla más antigua del salón anaranjado mientras vigilaba como la pequeña intentaba asomarse por el balcón. Era alargado y estrecho, con el suelo del mismo color que, años más tarde, la pequeña querría poner en sus labios día si y día también. Una valla que estaba formada con una parte de ladrillo, como las casas antiguas decía la abuela a menudo, y unos barrotes marrones brillantes a los que apenas llegaba aquella rubia chiquitina para poder ver más allá de ese segundo piso en el que veraneaban. Ya cumplía 7, y ese año había crecido un par de centímetros más. Lo suficiente para alcanzar la vista de la calle de abajo donde estaba el coche de su padre y el de 19 personas más. Porque así era su calle. Muy, muy larga, y llena de coches y de balcones donde se asomaban personas muy de vez en cuando. Y siempre mayores. No h